La hora de las entrenadoras

Los cambios sociales e institucionales a favor de la igualdad de oportunidades que se vienen produciendo en los últimos años, han sido motorizados en su mayoría por el movimiento feminista. En el ámbito del fútbol femenino, esta forma de repensar lo establecido ha logrado incluso salirse de los límites de la cancha para poner el foco también en las tribunas, en los medios de comunicación especializados, en las estructuras internas políticas de los clubes y en un puesto clave desde lo humano y lo deportivo: los cuerpos técnicos.

Entrenamiento de ATFA

El año 2019 se afianza como uno de los más importantes en la historia del fútbol femenino. La denuncia de Macarena Sánchez que condensó el reclamo de todo el colectivo de jugadoras en Argentina, el convenio de semiprofesionalización anunciado por AFA y Futbolistas Agremiados, y el Mundial de Francia con récords en visibilización, ratings, ventas de entradas y un nivel deportivo en claro crecimiento, son tan solo algunos de los nodos de este recorrido que recién comienza.

Cuando hablamos de semiprofesionalización y enfatizamos sobre ese prefijo – “semi” – lo hacemos porque, más allá de los avances que se lograron, el fútbol sigue teniendo varias deudas con las mujeres. Una de ellas es la creación y multiplicación de espacios para que, al igual que los varones, las niñas puedan comenzar a desarrollarse y pensarse como futbolistas desde sus primeros años de vida. Y dentro de este debate es inevitable revisar la figura de les responsables de cumplir esa tarea: les formadores.

El acceso a tales lugares de decisión que el sistema le brinda a las mujeres está siendo puesto en cuestión. Y no se trata de un capricho ni de un debate forzado, sino de un reclamo al que respaldan tanto los hechos históricos como los números. Según cifras de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA), en nuestro país solo 151 mujeres son directoras técnicas dentro de un total de 16 mil entrenadores. La entidad, que brinda los cursos y entrega el título habilitante para desempeñarse en este puesto, fue fundada el 12 de noviembre de 1963, pero hubo que esperar 25 años -hasta 1998-, para que aparecieran las primeras dos egresadas mujeres.

Para comenzar a darle forma de proyecto colectivo y a largo plazo a esta problemática, el 23 y 24 de agosto de este año se realizó en Santa Fe el primer Congreso de Entrenadoras de Argentina. Empujado por la lucha de las directoras técnicas que de a poco comienzan a tender redes entre ellas, y organizado en conjunto por la liga santafecina y ATFA, se dio el puntapié inicial.

Bettina Stagñares, histórica DT de Estudiantes de La Plata
Bettina Stagñares. Foto: Google

Bettina Stagñares

“Pensé que éramos menos cuando empezamos a hacer este camino con las Directoras Técnicas. Porque no hay una organización. Y esto es algo que quedó claro en el Congreso. Estábamos trabajando cada una por su cuenta, de manera individual. Por eso creo que uno de los objetivos se cumplió: juntarnos y empezar a trabajar en conjunto”. La que habla es Bettina Stagñares, quien fue jugadora, entrenó al equipo femenino de fútbol de Estudiantes de La Plata durante 13 años y actualmente es la coordinadora del fútbol de mujeres del club platense.

Betti, que además acompaña desde adentro el recorrido de Las Pioneras, está comprometida de lleno con el proyecto que comenzó a gestarse en Santa Fe: “Hoy nuestra liga semiprofesional cuenta sólo con cuatro directoras técnicas, sobre un total de 17 equipos. Ese número marca a fuego la problemática que tenemos: que quienes deciden, todavía no se concientizan, no entienden o no quieren que las mujeres también podamos dirigir fútbol”, remata.

Juliana Román Lozano

Una de esas cuatro entrenadoras es Juliana Román Lozano. Colombiana, de 35 años, lleva más de 20 vinculada al fútbol y actualmente dirige al equipo femenino de Huracán. Su primer partido de fútbol lo jugó a los nueve años en Suecia, donde vivió junto a su familia durante cinco años. Aquella experiencia le permite tener una mirada mucho más enriquecida de lo que ocurre de este lado del planeta y, por eso, es contundente: “Argentina está 20 años atrasada en todo lo que respecta al fútbol femenino”.

“Cuando vine desde Suecia pude ver el contraste, la diferencia enorme entre lo que estaba pasando en Europa y todas las luchas y discriminaciones que sufríamos las mujeres en América Latina. Me parece que una de las principales herramientas que le brinda el feminismo al presente de las mujeres futboleras es pensarnos como colectivo, no de forma individual. Pensarnos de una manera política. El fútbol es un hecho político, es una construcción social y por ende refleja y obedece a esta distribución desigual de los poderes”, explica.

Juliana Román Lozano, DT de La Nuestra Fútbol Feminista
En el centro, con musculosa gris, Juliana Román Lozano

Su historia personal la puso en un lugar autorizado para hablar de esta brecha: Román Lozano, además, integra desde hace nueve años la Asociación Civil “La Nuestra – Fútbol Feminista” en el Barrio Carlos Mugica. Esta organización “busca recrear un espacio para la práctica de fútbol femenino para adolescentes y jóvenes que trascienda lo deportivo, integrándolo al trabajo con perspectiva de género sobre otras áreas como la educación y la salud”.

La identidad adoptada por La Nuestra, que pone al fútbol en un rol social superior al meramente deportivo, pega fuerte en la cuestión de les formadores. El rol de las personas responsables de conducir equipos implica ayudar a sus integrantes a reconocerse como atletas para encarar su desarrollo con más solidez. Y esa autopercepción es aún más clave en los deportes practicados por mujeres, por las carencias y obstáculos que existen producto de las desigualdades.

La Nuestra Fútbol Feminista
Las jugadoras de La Nuestra junto a sus entrenadoras. Foto: Facebook de La Nuestra.

Laurina Oliveros

“Recién este año tuve la suerte de ser entrenada por una mujer y la verdad es que cambia. Quizás no en los conocimientos o en la experiencia, eso puede ser lo mismo que con un entrenador hombre, pero el roce, la piel, el hecho de que entre mujeres nos entendemos, es una gran diferencia. Lo mismo pasa cuando tenés una preparadora física mujer. En cuanto a cómo te llegan las cosas, o cómo te las hace llegar, es totalmente distinto a cómo lo puede llegar a hacer un varón”, cuenta Laurina Oliveros, arquera de Boca Juniors.

Y justamente el arco es uno de los puestos donde menos lugar encuentran las formadoras: según explica Oliveros, en el fútbol femenino escasean las entrenadoras específicas del puesto y, por eso, en muchos equipos las arqueras deben practicar con el preparador del equipo masculino “para reforzar”.

“Me parece que la arquera es parte de la columna vertebral del equipo y hay que darle tanta importancia como a cualquiera de las otras jugadoras” dice. Y con esto también le da sentido al proyecto que decidió encarar a partir de este año con su socia, Gimena Lepere: juntas fundaron una de las primeras escuelas para arqueras de fútbol que, en principio, apunta a chicas a partir de los 14 o 15 años de edad.

Laurina Oliveros, arquera de Boca Juniors
Laurina Oliveros entrenando para Boca. Foto: Boca Fútbol Femenino

Lauchi comprendió la importancia de la formación temprana cuando se fue a jugar a Estados, donde las niñas se inician en el fútbol a partir de los cuatro años: “Lo de formar arqueras era un sueño que tuve durante mucho tiempo. Quería enseñar, quería transmitir cualquier tipo de conocimiento y experiencia que adquirí estos años como jugadora, en especial en este puesto que hay tantas necesidades, en todo sentido. Hoy en día tengo más de 20 alumnas con las cuales aprendemos a diario. Porque no es que solo aprenden ellas, sino que yo también aprendo de ellas. Veo que tienen ganas y me veo muy reflejada en ellas como cuando yo era chiquita”

Si hablamos de formación en el fútbol femenino no solo debemos remitirnos a la necesidad de que existan escuelitas para niñas o divisiones inferiores en los clubes. Las entrenadoras también tienen derecho a prepararse para poder crecer como profesionales y continuar el círculo virtuoso y multiplicador tan necesario en el deporte practicado por mujeres.

“Es un momento histórico para nosotras. Lo que quede va a ser para las que vienen. Ojalá nuestro esfuerzo pueda dejar un fútbol jugado por mujeres más estructurado y más justo” dice al respecto Román Lozano, que cuando terminó la carrera de entrenadora en ATFA fue la única mujer entre 86 egresades. “La etapa académica fue todo un desafío para mí. Fue entre doloroso y gracioso. Tragicómico diría. La verdad, estuve a prueba todo el tiempo. Hubo cosas lindas, como conocer pibes copados que hasta hoy son mis amigos, pero también cosas injustas. Otro tema importante es el déficit de información teórica que hay sobre los cuerpos de las mujeres y sobre especificidades para entrenar a mujeres”.

La Nuestra Fútbol Feminista
La lucha del presente es para les que vienen detrás. Foto: Facebook de La Nuestra.

Este déficit en el ámbito académico del que habla Lozano también quedó expuesto en el Congreso de Entrenadoras que se realizó en Santa Fe y Stagñares, que estuvo a cargo de uno de los paneles, lo remarca: “Lo que más rescato del encuentro es la avidez que se mostró de saber, de querer interiorizarse sobre absolutamente todo lo relacionado a la actividad. Yo creo que este primer objetivo fue cumplido. Juntar a muchas directoras técnicas de todos los puntos del país, hacerlo bien federal y comenzar a pensar en capacitaciones y especializaciones, que supongo yo ya vendrán para el año que viene”.

El trabajo en colectivo, las redes, el tejido entre experiencias que hasta hace poco funcionaban como islas, aparecen en todo el recorrido (de)constructivo que se está emprendiendo en el deporte de mujeres. Y eso es algo que las jugadoras y las entrenadoras, reconociéndose como eslabones inseparables en este recorrido, tienen cada vez más claro.

Encuentro de entrenadoras en Santa Fe
Primer Congreso de Entrenadoras de Argentina, realizado en agosto en Santa Fe. Foto: organización del evento.

“Yo creo que el movimiento feminista nos ha dado un empuje muy importante y ahora nos animamos. Vamos por las jugadoras, que todavía falta, y también por las directoras técnicas. Para reorganizarnos y reordenarnos y poder también tener una fuente de trabajo”, enfatiza Stagñares.

Oliveros, en tanto, aporta otra perspectiva, ya que cumple al mismo tiempo el rol de jugadora y de formadora de futuras futbolistas: “Traté de acomodar mis actividades para poder hacer todo porque creo que es importante que las mismas jugadoras ocupemos estos puestos de entrenadoras, de profes. ¿Quién mejor que nosotras que pasamos por tantas luchas, por tanto sacrificio? Por más que sea un esfuerzo mucho más grande que tengo que hacer, lo hago contenta y con ganas. Considero que somos nosotras las que tenemos que estar ahí ahora”.

Por último, Román Lozano también recoge el guante histórico y concluye: “Es muy difícil abrirse paso de manera individual. Si bien es posible desde un punto de vista meritocrático, como lo las grandes marcas dentro de la Selección al patrocinar una o dos jugadoras como atletas, no se genera algo para lo colectivo. Hay que apretar los dientes y levantar la mirada y seguir caminando. Si la desigualdad fuese un aprendizaje, todas las mujeres seríamos hípersabias. Y creo que quizás por eso mismo es que lo somos”.

Luciana Gargini – @lakolombina

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