Las dificultades y desigualdades en la Primera B del fútbol femenino en Argentina

El equipo de Comunicaciones en cancha de Lima. (Foto: @comufemenino)

El fútbol femenino de Argentina ha crecido de manera notable en los últimos años, pero la realidad sigue siendo desigual, especialmente en las categorías de Ascenso.

En los últimos años el fútbol femenino argentino creció de manera notable. A pesar de eso, la realidad sigue siendo desigual, especialmente en las categorías de Ascenso. La Primera B, segunda división femenina de Argentina, enfrenta múltiples desafíos que ponen en evidencia la falta de apoyo y las dificultades que atraviesan los equipos y sus jugadoras.

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Esto se traslada también a la región: en Latinoamérica, los únicos dos países que tienen a sus dos primeras categorías profesionales son Brasil y Chile.

Infraestructura deficiente y falta de recursos en el fútbol femenino

Uno de los principales problemas que afectan a los equipos de la Primera B es la infraestructura. Muchas jugadoras deben entrenar en canchas de dimensiones reducidas o que no están en condiciones óptimas, sin vestuarios adecuados o con materiales de entrenamiento insuficientes. Si bien hay clubes que cumplen con todas las herramientas que se necesitan para llevar a cabo la actividad, es en el menor de los casos. A diferencia de los equipos de Primera División, que en su mayoría cuentan con el respaldo suficiente para llevar a cabo la disciplina de manera correcta y con los recursos necesarios -aunque tampoco es en todos los casos-, la mayoría de los clubes que juegan en la segunda categoría no tienen predios propios para el fútbol femenino y les “prestan” a las futbolistas una cancha en horarios incómodos o muchas veces tienen que compartirla con otras disciplinas u otras categorías (esta es una falencia que también sucede en algunos clubes de Primera División).

Así lucía la cancha del predio de San Miguel en uno de los partidos que me tocó jugar. (Foto: Delfina Beccacece).

Desigualdad en los contratos y falta de profesionalización

A pesar de que el fútbol femenino de Primera División ha avanzado en la profesionalización con la firma de contratos y el apoyo de la AFA, la realidad en la B es muy diferente. La mayoría de las jugadoras no reciben salario alguno y deben compaginar sus labores como futbolistas con trabajos o estudios para poder subsistir. La mayoría de las jugadoras de la Primera B juega por amor al fútbol, en definitiva, ya que no hay un incentivo económico. Esta falta de profesionalización hace que muchas jugadoras talentosas abandonen el fútbol por no poder costear los gastos de traslado y alimentación, ya que también se pierde tiempo en el viaje y en el entrenamiento y ese tiempo perdido se traduce en pérdida de plata.

Menos visibilidad y cobertura mediática

Otro de los problemas que enfrenta la categoría es la escasa difusión. Mientras la Primera División ha logrado captar la atención de algunos medios y plataformas, los partidos de la B rara vez son televisados o mencionados en la prensa deportiva. Esto repercute en la falta de patrocinadores y el desinterés de las marcas en invertir en los equipos de Ascenso. Si no fuera por las redes sociales de los propios clubes, de algunas jugadoras y algunos medios de fútbol femenino, nadie se enteraría de los partidos o de cómo va el torneo. La ausencia de visibilidad limita las oportunidades de crecimiento y deja en el anonimato a cientos de futbolistas.

Fútbol femenino en Argentina: un camino con obstáculos, pero con esperanza

En mi experiencia como futbolista que tuvo la oportunidad de jugar en la B antes de que el futbol se vuelva semi profesional y posterior a eso también, creo que hubo algunos avances año tras año en los niveles de competición y organización, pero al fin y al cabo sigue siendo el mismo futbol amateur en el que me tocó jugar en 2018. A pesar de eso, y de todas las dificultades mencionadas, la Primera B sigue siendo una categoría con mucho potencial, con futbolistas que sueñan con llegar a lo más alto  y que día a día lo dejan todo por la camiseta que representan. Y es acá donde pienso que, con mayores inversiones, una semi profesionalización y una mejor difusión, el fútbol femenino en Argentina podría dar un salto de calidad y generar una competencia que les permita a las jugadoras desarrollarse y mostrar su calidad.  Está claro: la lucha por la igualdad en el deporte continúa y las jugadoras de la Primera B demuestran cada año que, a pesar de las dificultades, seguirán peleando con el mismo esfuerzo, pasión y resiliencia por un fútbol más equitativo y con mejores condiciones.

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